Mujeres Piloto, recordamos a Taru Rinne

A finales de los años 80, una joven de Turku, Finlandia, hizo su aparición en la parrilla de salida de los Grandes Premios y escribió una página de oro del mundial de velocidad. Su nombre: Taru Rinne.
Romper barreras no era nada nuevo para ella. Antes de pisar un circuito de GP, Rinne ya había dejado huella en el karting: venció a Mika Häkkinen, igualó a Mika Salo y se alzó con el título europeo por equipos en Kerpen, el circuito de casa de Michael Schumacher. Pero cuando llegó el momento de elegir su camino, siguió su corazón, no su bolsillo: «Elegí las motos por el corazón, no por el dinero», recordaría más tarde.
En 1987, Rinne debutó en el Campeonato Mundial de 125cc. Un año después, se convirtió en la primera mujer en puntuar en un Gran Premio y, en 1989, sorprendió al paddock en Hockenheim al clasificar su Honda RS125 en primera fila, incluso saliendo segunda en la parrilla. Luchando por el podio contra los mejores del mundo, demostró que su lugar estaba en la élite del motociclismo.
Sin embargo, su carrera se vio truncada. Un fuerte accidente en Francia en 1991 la dejó con dos tobillos rotos y, sin el apoyo de la fábrica, nunca tuvo la oportunidad de luchar por el título que soñaba. En 1993, su carrera profesional llegó a su fin. «Nunca tuve una moto de élite, pero demostré al mundo que podía pilotar con intensidad», dijo más tarde.
En 2017, el reconocimiento finalmente llegó cuando la FIM la nombró Leyenda oficial. Luciendo una camiseta de Jarno Saarinen en honor a su ídolo, se presentó con orgullo como representante no solo de sí misma, sino de todo el motociclismo finlandés. Nunca ganó un campeonato mundial, pero el legado de Taru Rinne es mucho mayor: demostró que la pasión y el coraje pueden romper barreras.