Con el paso de los grandes premios, la pesadumbre que acompaña desde hace tiempo, años se podría decir, a los pilotos de KTM se ha apoderado también de Pedro Acosta. El español, la piedra angular sobre la que se sostiene el proyecto de MotoGP de la compañía austríaca, no se encuentra nada cómodo encima de una moto que este año ha perdido equilibrio y cuyo rendimiento y comportamiento varía demasiado en función de demasiados elementos. Ya no solo del circuito, sino también en función de otros condicionantes menos evidentes.
En Jerez, el murciano se vio embotellado en el pelotón después de una mala cronometrada que le dejó el 12º. Sin embargo pudo ir de menos a más, y eso, sumado a las caídas que se sucedieron delante de él le permitieron cruzar la meta el séptimo, a poco menos de diez segundos del ganador, Alex Márquez, y a siete de Maverick Viñales, que terminó cuarto y como el mejor de entre los representantes de KTM.
«No está siendo fácil. Esta vez vimos un poco la luz. La mitad y el final de la carrera fueron buenos, y recuperamos tiempo respecto de los de delante. Como pasó en Qatar, la cronometrada nos lastró demasiado (12 en parrilla). Pero las sensaciones de mitad y final de carrera fueron buenas», declaró Acosta, que señaló la falta de agarre en las primeras vueltas, y la poca pegada de su moto a una vuelta, como los principales lastres con los que debe lidiar.
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