Los últimos años de Marc Márquez en MotoGP no han sido precisamente un camino de rosas. Su infierno particular comenzó en 2020, al lesionarse el húmero del brazo derecho tras una caída en el Gran Premio de Jerez. Desde ese momento, el piloto pasó por quirófano hasta en cuatro ocasiones, con una recuperación que se alargó por dos años. Y eso fue sólo el principio.
Con la lesión del ocho veces Campeón del Mundo, empezó también la peor crisis de resultados de la historia de Honda. La marca japonesa perdió el rumbo sin su piloto estrella; con una moto imposible de pilotar por el resto de los pilotos. El regreso de Márquez a la competición, no obstante, no solucionó el declive de la marca del ala dorada, que se había visto superada a nivel de desarrollo por sus rivales.
Con todo, Márquez se enfrentó a una dura decisión en 2023 que culminó con su salida de Honda y su apuesta por el Gresini Racing. El piloto rompió su contrato con los japoneses un año antes de lo acordado, con el objetivo de comprobar si, a sus treinta años, seguía siendo competitivo o había pasado su momento.
Márquez dijo adiós así a más de una década en el Repsol Honda, con quienes se habían convertido en su familia, y dejando atrás a grandes amigos como Santi Hernández. En su lugar, se marchó a un equipo cliente, con un sueldo muy inferior y tan sólo un año de contrato. El resultado: tres victorias, tercer puesto en el Mundial y la confirmación de que el ‘Marc Márquez de antes’ podía regresar.
Honda quiso renovar el contrato de Márquez por otros cuatro años
‘El Plan’ del que tanto había hablado Márquez estaba saliendo tal y como lo había previsto; y gracias a sus resultados se ganó un asiento en el equipo oficial de Ducati. Con su doblete de victorias en su primera carrera de rojo, en Tailandia, el de Cervera no ha hecho sino reafirmarse en su objetivo: conseguir el noveno título mundial.
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